viernes, 21 de marzo de 2014

Canino y el sapo-toro

Canino:

 Aquella tarde me atreví a seguir a mi amo hacia el río, el cual nos quedaba bastante cerca de casa.
Mi amo es un niño debo decirlo, el y sus otros hermanitos siempre gustaban de esperar a que comenzara a oscurecer para capturar luciérnagas, así las llevaban a su habitación y a oscuras disfrutaban viendo las lucecitas encendidas  de tales insectos volando por todos lados. 
Y digo que me atreví a seguirlo, porque un día antes hicieron lo mismo y de pronto salieron corriendo, despavoridos del miedo, algo mencionaban de  un diablo o demonio, y que lo habían escuchado cerca de los patitos o lirios y por donde está amarrada la canoa.


 Mi amo se asomaba entre los camalotes o lirios acuáticos que verdeaban por la orilla del río, como que algo buscaba, yo no se mucho, pero se que las luciérnagas no salen de ahí. Una de sus hermanitas le dijo que tuviera cuidado con el diablo llamado sapo-toro, que era el causante de la desaparición de varios niños.
El sol se iba metiendo en el horizonte por encima de los sauces y álamos; los niños tenían cada uno frascos ya listos para atrapar luciérnagas que se suponía debian aparecer en cualquier momento. Ni se percataban de mi presencia. De improviso se dejó oír un grave y muy ronco sonido intermitente, algo como "Uooh, Uooh, Uooh...", sentí mucho miedo de solo escucharlo. "El diablo del rioooo!", "el sapo toroooo!", gritaron todos y corrieron tan rápido que me quedé atrás. Mis cortas piernas no parecían avanzar y sentí cada vez mas fuerte ese estremecedor bramido, no quise voltear hacia atrás, si algo me iba a devorar no quería ni verlo o me paralizaría del susto.



Ya todos en la casa me vieron llegar, unos reían y otros contaban la anécdota. Mi amo me tomó en sus brazos al notar mi miedo y me dijo:  "Así que tu también estabas con nosotros... cuidado, no te vaya a comer ese diablo que vive en el río y que siempre sale a estas horas".

En la tarde del día siguiente mi amo solito, bajó de nuevo a la orilla del río, ahí entre las ramas de los sauces era probable que aparecieran las luciérnagas; yo otra vez le seguí y el me vio, y como si creyera que le entiendo me dijo: "recuerda lo del sapo toro, si anda rondando por aquí y lo oyes, debes correr muy rápido si se me olvida cargarte y llevarte conmigo".
Los minutos transcurrieron y la oscuridad llegaba poco a poco. Yo tenia la tentación de morder una hermosa y cercana flor entre rosa y violeta, es muy hermosa y he visto como las aves las comen con mucho agrado. Mi amo está feliz, porque hay destellos entre las ramas, el brinca y corre para atrapar luciérnagas y meterlas en su frasco. Aprovecho su descuido para acercarme a la lodosa orilla, un poco mas y puedo alcanzar esa flor... cuando de pronto,  ese ronco y asustador bramido reaparece. Mi amo no logra verme, pero grita mi nombre y despavorido emprende la carrera. Oh no!, mis patitas se hundieron un poco en el lodo y me siento atrapado.
Mi pequeño corazón late muy rápido... y es entonces cuando lo veo, lo tengo frente a mi. Lo veo venir, se acerca, es muy grande, es muy feo, ya no brama, algo quiere conmigo, creo que me va a comer... mejor cierro los ojos esperando mi fin.


-"¿Estas atrapado pequeño?". Te ves muy bien, serías un exquisito bocadillo. Abre tus ojos.
Eso hice, lo vi, y me di cuenta que en esa mirada y sonrisa no había amenaza alguna.
-¿No me vas a comer, demonio de los ríos?
-No, no como cuadrúpedos y soy mas vegetariano de lo que imaginan. Toma éste pétalo de la flor que querías... cómelo, y verás si te gustan mis flores. Te ayudaré a sacar tus patitas atoradas para que vuelvas a donde perteneces.
Fué increíble para mi ese encuentro, conocí al famoso sapo-toro, aquel al que tanto temían mis amos me había regalado una rica pieza de aquella flor, que si que era sabrosa!, me empujó con su rígido y áspero lomo y me sacó a tierra firme.


-Gracias amigo sapo... toro!. Espero volver a verte, y prometo no huir de ti cuando escuche tu peculiar canto, y cuando lo hagas me asomaré para saludarte.
-Solo ten cuidado y ya que crezcas podrás meterte al río sin problemas. Hasta pronto pequeño!

Así fue como sucedió. Ahora se mas sobre la leyenda del temido diablo que habita en las orillas de los ríos... es que era enoooorme ese sapo. Si mi amo supiera, si pudiera contarle, al igual que yo no le tendría mas miedo. Vaya cosas... cositas que pasan!


 Aguapéscamalotes ó jacintos de agua también conocidos como lirios acuáticos.






viernes, 7 de febrero de 2014

Un gato intruso en la casa

Gatuno:







Amigos peques, si creen que solo a mi me pasan cosas locas por atarantado, de esas como el grillito que no me dejaba dormir, eso no es nada, no están ustedes para saberlo, pero yo si quiero contarlo, por que quiero que sepan lo que le sucedió a mi vecino el "Momosho", un gato macho y joven como yo, pero claro, no tan apuesto como yo!. Ahí les va la anécdota tal cual me la contó el:
Resulta que en su casa, donde solo habitan dos minínos, estaban el y la tal Colette (de quien ya les he hablado un poco), una mañana ambos dormían plácidamente sobre los sillones de la sala, enroscados, como dijera mi amo "en posición de camarón, pero de camarones peludos". Como es bien sabido los machos marcamos nuestro territorio, no nos gusta que otro gato ande merodeando afuera de la casa, vaya usted a saber con que intenciones; porque han de saber que entre el y Colette alguna vez hubo "algo", tuvieron su romancillo pues, algo pasajero vaya!, y aunque su ama, la señora Lucy los llevó a operar para que no se reprodujeran, Momosho aun cuidaba y celaba a su compañerita.
El caso es que... donde iba?, ah si!, ellos dormían en el sillón, cuando de pronto Colette se levantó de un enorme brinco y felizmente giraba por la sala, hizo tal algarabía que Momosho siendo mas dormilón y de sueños profundos también se despertó, pero ese no fue un despertar "normal" cotidiano, nó!, el al hacerlo pegó tremendo maullido, que parecía que había visto a un fantasma, realmente estaba con todos los pelillos erizados y la cola levantada, no podía creer lo que veía. Descaradamente Colette se paseaba alrededor de un gato macho posado sobre el tapete de la sala,¿en que momento y por donde había entrado a la casa éste intruso?, "¿quien era y como se había atrevido a burlarse de esa manera ante mi presencia?", dijo el que eso pensaba mientras aun maullaba, que mas que eso, los maullidos parecían pavorosos alaridos. "Era el colmo, que Colette se le restregara frente a mis ojos incrédulos, porque mientras lo hacía me veía con esos ojillos coquetos, no se que mas quería decirme, pero mejor que ni lo intentara".

Portafolios de mi vecino Momosho.

Entonces, lo que hizo mi amigo Momosho fue correr a una esquina, a un rincón de la cocina, no tuvo el valor de enfrentarlo, de brincarle encima y pelear cuerpo a cuerpo, pero al igual que el atrevido gato intruso, que por alguna extraña razón lucía muy serio, Momosho se puso en la misma posición, como de ataque, todavía con la cola esponjada. 
Los minutos transcurrían así. Colette evidentemente se divirtió con aquello, pero al poco rato ya algo aburrida hasta se fue del lugar. Mas minutos pasaron, y el gato intruso nomás no cambiaba en su postura, tieso, inmóvil, viendo en dirección a Momosho, éste igual, ni gesticulaba, ya no emitía sonido alguno, solo mantenía sus ojos muy abiertos; aquello parecía un juego, como el que se mueva o parpadee primero pierde, y ¿quien ganaría?... pasó mas de media hora y ninguno cedía, era un gran reto ése, ni yo mismo hubiera aguantado tanto tiempo en la misma posición, admiro eso de mi vecino, lo admito.
 Como el "juego" ya se había prolongado bastante y Momosho sufría petrificado, de improviso se oyeron unas risas, unas que habían estado contenidas, jajaja! se oía, mientras su amo bajaba por las escaleras, el le había jugado esa travesura al Momosho,  y fue, y agarró al supuesto gato intruso, que no lo era, ni siquiera era real, tenía el tamaño, sí, pero resultó ser un alebrije, como saben los alebrijes sirven como adornos y claro!, no tienen vida!... "oooh, pobre de mi momosho" le dijo su amo sin parar de reír, "ya no estés tan asustado", y lo llevó a tocar al alebrije para que viera que no era un gato real, vaya, Colette resultó mas lista pues lo notó desde un principio, pero el no, solo fue el pobre, tan angustiado como estaba a posar como estatua en aquel rincón. Crealo usted o nó esto fue lo que aconteció!

Foto del amenazante gato.  (Alebrije)

Cosas que pasan... cositas que pasan!!