Aquella tarde me atreví a seguir a mi amo hacia el río, el cual nos quedaba bastante cerca de casa.
Mi amo es un niño debo decirlo, el y sus otros hermanitos siempre gustaban de esperar a que comenzara a oscurecer para capturar luciérnagas, así las llevaban a su habitación y a oscuras disfrutaban viendo las lucecitas encendidas de tales insectos volando por todos lados.
Y digo que me atreví a seguirlo, porque un día antes hicieron lo mismo y de pronto salieron corriendo, despavoridos del miedo, algo mencionaban de un diablo o demonio, y que lo habían escuchado cerca de los patitos o lirios y por donde está amarrada la canoa.
Mi amo se asomaba entre los camalotes o lirios acuáticos que verdeaban por la orilla del río, como que algo buscaba, yo no se mucho, pero se que las luciérnagas no salen de ahí. Una de sus hermanitas le dijo que tuviera cuidado con el diablo llamado sapo-toro, que era el causante de la desaparición de varios niños.
El sol se iba metiendo en el horizonte por encima de los sauces y álamos; los niños tenían cada uno frascos ya listos para atrapar luciérnagas que se suponía debian aparecer en cualquier momento. Ni se percataban de mi presencia. De improviso se dejó oír un grave y muy ronco sonido intermitente, algo como "Uooh, Uooh, Uooh...", sentí mucho miedo de solo escucharlo. "El diablo del rioooo!", "el sapo toroooo!", gritaron todos y corrieron tan rápido que me quedé atrás. Mis cortas piernas no parecían avanzar y sentí cada vez mas fuerte ese estremecedor bramido, no quise voltear hacia atrás, si algo me iba a devorar no quería ni verlo o me paralizaría del susto.
El sol se iba metiendo en el horizonte por encima de los sauces y álamos; los niños tenían cada uno frascos ya listos para atrapar luciérnagas que se suponía debian aparecer en cualquier momento. Ni se percataban de mi presencia. De improviso se dejó oír un grave y muy ronco sonido intermitente, algo como "Uooh, Uooh, Uooh...", sentí mucho miedo de solo escucharlo. "El diablo del rioooo!", "el sapo toroooo!", gritaron todos y corrieron tan rápido que me quedé atrás. Mis cortas piernas no parecían avanzar y sentí cada vez mas fuerte ese estremecedor bramido, no quise voltear hacia atrás, si algo me iba a devorar no quería ni verlo o me paralizaría del susto.
Ya todos en la casa me vieron llegar, unos reían y otros contaban la anécdota. Mi amo me tomó en sus brazos al notar mi miedo y me dijo: "Así que tu también estabas con nosotros... cuidado, no te vaya a comer ese diablo que vive en el río y que siempre sale a estas horas".
En la tarde del día siguiente mi amo solito, bajó de nuevo a la orilla del río, ahí entre las ramas de los sauces era probable que aparecieran las luciérnagas; yo otra vez le seguí y el me vio, y como si creyera que le entiendo me dijo: "recuerda lo del sapo toro, si anda rondando por aquí y lo oyes, debes correr muy rápido si se me olvida cargarte y llevarte conmigo".
Los minutos transcurrieron y la oscuridad llegaba poco a poco. Yo tenia la tentación de morder una hermosa y cercana flor entre rosa y violeta, es muy hermosa y he visto como las aves las comen con mucho agrado. Mi amo está feliz, porque hay destellos entre las ramas, el brinca y corre para atrapar luciérnagas y meterlas en su frasco. Aprovecho su descuido para acercarme a la lodosa orilla, un poco mas y puedo alcanzar esa flor... cuando de pronto, ese ronco y asustador bramido reaparece. Mi amo no logra verme, pero grita mi nombre y despavorido emprende la carrera. Oh no!, mis patitas se hundieron un poco en el lodo y me siento atrapado.
Mi pequeño corazón late muy rápido... y es entonces cuando lo veo, lo tengo frente a mi. Lo veo venir, se acerca, es muy grande, es muy feo, ya no brama, algo quiere conmigo, creo que me va a comer... mejor cierro los ojos esperando mi fin.
-"¿Estas atrapado pequeño?". Te ves muy bien, serías un exquisito bocadillo. Abre tus ojos.
Eso hice, lo vi, y me di cuenta que en esa mirada y sonrisa no había amenaza alguna.
-¿No me vas a comer, demonio de los ríos?
-No, no como cuadrúpedos y soy mas vegetariano de lo que imaginan. Toma éste pétalo de la flor que querías... cómelo, y verás si te gustan mis flores. Te ayudaré a sacar tus patitas atoradas para que vuelvas a donde perteneces.
Fué increíble para mi ese encuentro, conocí al famoso sapo-toro, aquel al que tanto temían mis amos me había regalado una rica pieza de aquella flor, que si que era sabrosa!, me empujó con su rígido y áspero lomo y me sacó a tierra firme.
-Gracias amigo sapo... toro!. Espero volver a verte, y prometo no huir de ti cuando escuche tu peculiar canto, y cuando lo hagas me asomaré para saludarte.
-Solo ten cuidado y ya que crezcas podrás meterte al río sin problemas. Hasta pronto pequeño!
Así fue como sucedió. Ahora se mas sobre la leyenda del temido diablo que habita en las orillas de los ríos... es que era enoooorme ese sapo. Si mi amo supiera, si pudiera contarle, al igual que yo no le tendría mas miedo. Vaya cosas... cositas que pasan!